
Escenarios hipotéticos para la escritura de un poema que no es mío1
También nosotros habremos de ofrendar nuestra lengua inquieta, hambrienta por reproducirse en el
ímpetu de lo eterno.
Stephani Rodríguez
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Tal vez llevaba tiempo pensando en el verbo, ofrendar,
–yo ofrendo, tú ofrendas, él ofrenda…–.
Tal vez la llave fue desglosar la palabra, nuestra
–porque solo poseemos algo compartido–.
Tal vez todo se resolvió cuando optó por la imagen: lengua inquieta
–toda quietud es una forma de muerte–.
Ya lo demás fue un tránsito familiar; el paso de la idea a la palabra.
Otro rito para los engranajes del día.