Autores venezolanos · Poesía

Trece poemas de Ludovico Silva

Ludovico Silva poemas

Poemas del libro Cadáveres de circunstancias (1979).

SENTIDOS

Mis ojos nada saben de estas joyas
conque mi alma ha mirado
la soledad futura del recuerdo.

Mis manos nada saben de estas ramas
conque mi alma ha tocado
la tristeza de ser tan solo un cuerpo.

Mi lengua nada sabe de los perros
conque mi alma ha gustado
el licor genesíaco del tiempo.

Mi nariz nada sabe del fragmento
conque mi alma ha olfateado
la vecindad sangrante del espejo.

Mi oído nada sabe
del caracol sonoro
conque mi alma ha inventado
el rumor de la mar ebria de muertos.

21 de octubre 1978.


POEMA PARA PEPE Y SANTIAGO EN EL NOMBRE DE TODOS

Te me acercas
y eres de pronto
un relámpago de oro
una daga
en mi conciencia
algo dorado
que suena y sueña
al fondo
¡Conciencia!
En mala hora
te encontré
y te hice mía
o tuya sobre mí
maldita seas.
De arriba, de los cielos
cae un piano
que atormenta mi noche sin
sonidos
un piano
atroz, monumental, cero de piedra
canto de cosas muertas
reflexión ante lo extraño,
mi madre ebria
y cantando mis propias
profecías
y mi ebriedad, que canta
los recuerdos
de un ser que nunca ha sido y que
es ahora.

8 de octubre 1978.


HERMANA

Al fondo del túnel
está el gran ojo esmeralda:
suenan mis pasos, fríos,
taconeo misterioso
de siglos que avanzan como piedras
hacia el recuerdo de tu ser.

Quiero morirme en ti como una mano
o tal vez como la daga de plata
que duerme en mi memoria
como un ángel al fondo de un lago.

21 de octubre 1978.


COLORES

Veo una noche en la que templos cantan,
veo almenas que silban en la niebla,
veo una oscuridad llena de piedras
y recuerdos que vuelven al mañana.

Toda la soledad de las montañas
desciende en negro alud por las laderas
mientras oigo venir la noche inmensa,
catástrofe de luz, ebrias campanas.

Siempre vuelve a mis ojos lo perdido,
siempre vuelve a mis ojos, siempre vuelve
lo que quedó olvidado en el camino.

Y así como lo negro vuelve siempre
a su blancura fiel, es mi destino
secretamente azul, como la nieve.

21 de octubre 1978.


CASA

Una casa encendida
por dentro
con golpes de cincel
en el torso del tiempo,
y un poeta que alumbra una morada
donde brillan callados los recuerdos,
donde el ángel de Mozart
vuela como un espectro
y cuatro soledades se conjuran
para decir cantando el requiem nuestro
y el dolor de la vida no se siente
sino como un rumor que va por dentro.
Casa, casa encendida
entre límites verdes y serenos,
no me dejes morir entre la vida,
no me dejea vivir como los muertos;
que tus ladrillos dancen en la tarde
como piedras cantadas por Orfeo,
que tus muros se muevan en la noche
como un pueblo de sueños
y que los cuatro conjurados vivan
toda la eternidad en un momento.

28 de octubre 1978.


RODRIGO

Caminar sobre piedras encendidas
no es mi única aventura.

He resistido cosas más fuertes
que el canto de las sirenas.

En mi espalda el sol ha quemado
todos mis recuerdos.

La Luna dora mi cráneo
como ai fuera un mármol.

He tenido todas las desventuras,
he callado, he sufrido
sin conocer a mis verdugos
porque los tengo dentro,

porque existen en mí como cangrejos,
como el cáncer del tiempo.

Yo no he podido hacer nada de nada
a fin de iluminar este tormento.

Mi boca muere cuando hablo poesía
como la boca inmensa de los muertos.

Nada he hecho
más que tú, Rodriguillo de mi pecho,

que me llueves a cántaros
en el atardecer de mis recuerdos.

30 de octubre 1978.


CHEZ PEPE

Tengo un Rembrandt en el ojo derecho
y un Picasso en el otro.
Mi oreja izquierda es tímpano de Wagner
y la otra de Albinoni.

Con mi mano derecha escribo misas
y con la otra a Orfeo invoco.

Las cosas todas son lo que no fueron,
cada uno cae en su propio vacío
en su pozo
Cada estatua antigua nos mira
como el recuerdo de nosotros.

La poesía se me revuelve
como en un gran corral de toros.
Y no soy yo el culpable,
son los otros.

5 de noviembre 1978.


LOS PEQUEÑOS BURGUESES

El tiempo que atesoro entre mis ojos
cae como una estatua
sobre esta tierra donde escribo.

Hay un candil de oro entre la sombra,
suena una palabra muda,
canta un templo más allá de la muerte
y animales sonoros invaden
mis praderas de bronce sumergido.

El tiempo se revuelve
como una bestia herida,
salta sobre el cerco de mi conciencia
y cae al hondo pozo de mis recuerdos.

Las horas, los minutos se desplazan
sacerdotales, lentos y callados
como ataúdes.

5 de noviembre 1978.


HOMBRE ATROZ

He visto un hombre atroz, desmadejado,
mirándome desde el fondo de un túnel
con ojos o piedras fulgurantes
y sonrisa de estatua enloquecida.

Sus ojos miran y pasan
como garzas nocturnas
mientras brilla la montaña de oro
en medio de las tinieblas.

Eres la poesía o mi futuro
cantando en la oscuridad,
el hombre atroz que miro en el espejo
cada vez que recuerdo con mis ojos.

21 de noviembre 1978.


LAS MISMAS AGUAS

Brilla cantando el arco de tus ojos
y tu cuerpo bañándose en el río;

pasan guijarros lentos y redondos
como signos

y las ramas del tiempo se descuelgan
sobre tu dulce cuerpo sumergido.

21 de noviembre 1978.


PLAYAS

Las playas de la noche están dormidas
y el cadáver del agua está despierto.

Los montes de plata
se derriten ante mis ojos
y surgen sílabas de piedra
sobre los altos muros.

22 de noviembre 1978.


SER Y SOLEDAD

La vida es soledad acompañada
que marcha hacia su propio destierro.
Ir a la nada, es algo.
Venir del fondo del ser, es más aún.

24 de noviembre 1978.


YO Y TUS SENTIDOS

Saboreo en tu lengua
una larga memoria de mi cuerpo.

Tu olfato me gusta
para sentir el aroma de mi ser.

Me gustan tus ojos
para mirar los míos.

Me gustan tus oídos
para oír el rumor de mi sangre.

Me gustan tus manos
para tocar con ellas mis recuerdos.

Me gusta mirarme en tu alma
como al fondo de un pozo.

Y me gusta tu entera compañía
para saber quién soy.

30 de noviembre 1978.

Ludovico Silva.


IMG_20190831_150137.png
Ludovico Silva.

Ludovico Silva. Fue un escritor, ensayista, filósofo y poeta venezolano. Nació en Caracas, el 16 de febrero de 1937. Hijo de Héctor Silva Urbano y Josefina Michelena, sus hermanos fueron el sociólogo José Agustín Silva Michelena y el economista Héctor Silva Michelena. Cursó secundaria en el colegio San Ignacio. Viajó a Europa donde estudió dos años de filosofía y letras en Madrid; un año de literatura francesa en La Sorbona y un año de filología románica en Alemania. En Madrid, un grupo de estudiantes lo bautizó como Ludovico, apodo que sustituyó su nombre, siendo conocido desde entonces como Ludovico Silva. En 1969 egresó summa cum laude, de la Escuela de Filosofía de la Universidad Central de Venezuela. En la década de 1960 dirigió y produjo el programa radial Letras libres.  Entre 1964 y 1968 fue secretario general del Ateneo de Caracas, donde participó en la fundación de la revista Papeles, de la cual fue miembro del comité de redacción. Desde 1970 ejerció la docencia en la Escuela de Filosofía de la Universidad Central de Venezuela, actividad que compartió con la creación poética y la reflexión filosófica. Algunas de sus obras han sido traducidas al italiano y al alemán. Algunos de sus poemarios: Tenebra (México, 1964), Boom! (Caracas, 1965), In vino veritas (Caracas, 1977), Cuaderno de la noche (Caracas, 1979), Piedras y campanas (1979), Crucifixión del vino (1996, póstumo). Entre sus ensayos: Opera poetica (antología, 1958- 1982), Vicente Gerbasi y la modernidad poética (Universidad de Carabobo, 1974), Los astros esperan: Poesía y mito en «Myesis» (1985), Teoría poética (2008, póstumo). Es considerado como uno de los más importantes intelectuales venezolanos del siglo XX. Murió en Caracas, el 8 de diciembre de 1988.

Una respuesta a “Trece poemas de Ludovico Silva

Replica a vik050 Cancelar la respuesta