Poemas del libro Anotaciones de Otoño (1987).
I
4
desamado: no vuelvas
porqué ya no habrá nadie
y pensarás inevitablemente
que nunca hubo tampoco nadie:
ese será tu error
y tu condena
5
el recuerdo se disuelve como alka-seltzer
somos un eructo en la memoria de alguien
que también sobrevive disolviéndose
8
si el amor cuelga de un clavo como una vieja bufanda
su caricia vencida es una forma de agradecimiento
9
todo el tiempo al acecho para tan poca presa
–dice cansado el cada vez menos joven animal que palpita
11
vino la muerte
le dije: échate a mis pies
se echó a mis pies
para comerme mejor
12
si no sufres no sabes
y si sufres sabes cada vez menos
13
toda mi sabiduría se reduce a tocarte
mientras me dices: tonto
II
ya sabes: envejeces
hazlo con gracia
y con serenidad
(no es todo lo que sabes
y ni siquiera esto
lo sabes aún del todo)
que el viejo no te oculte
al niño
siempre vivo
(van el uno hacia el otro
y al encontrarse
morirás)
ya sabes: morirás
trata de hacerlo
con serenidad
si algún día vinieran a pedirme todo el amor que
me han dado, ni siquiera entregando hasta mis huesos
colmaría la medida de uno sólo de quienes me han
amado
verían entonces a qué mendigo hicieron rey
lo verían entonces, si ya no lo supieran
sé que muy pronto comenzaré a gritar de miedo
sé que me llevarán atado (y no te reconoceré)
sé que ya entonces no sentiré el frío (se habrá convertido en mi abrigo)
sé que ella no me visitará (y que muy pocos lo harán y que además no importa)
sé que vendrá su imagen (y ni siquiera podré escupir sobre mis ojos)
sé que a veces sabré (no tanto como ahora pero siempre más de lo deseable)
y la sabiduría me sirve para esto: antes de que suceda lo escribo
Yo lo que quiero es que me dejen tranquilo en un rincón, leyendo, bebiendo, escribiendo.
Una muchacha que pase de cuando en cuando por mi cuerpo y se lleve –sin maldad– otro pedazo.
Hablan del mar, sin ahogarse.
Hablan del cielo, sin intentar volar.
Hablan hasta de la tierra, sin sentir su peso en la boca.
Yo no. Yo lo que quiero es que me dejen tranquilo, con muy pocas palabras, com alguna caricia de tarde en tarde, y sin prometer nada, en mi rincón.
III
Otra historia.
El piensa suicidarse, metiéndose en la máquina de escribir. Con una mano afuera, daría vuelta al rodillo hasta quedar aplastado. Casi comi una hoja. Aunque grumosa. ¿Desventaja: la mano intacta? Sí. Pero quizás podría con ella teclear sobre su propio cuerpo dicha historia. Si bien luego sería incapaz de leerla y, por lo tanto, corregirla.
Entonces, duda.
IV
hago el amor todas las noches
con la misma muchacha distinta
más rápida en sus transformaciones
que el colibrí de mi deseo
estar cautivo
puede ser un vértigo
todo fluye mi amor en el amor
somos agua en el agua
fulgor música espuma
quietos sólo un instante
ciertos sólo fluyendo
cuerpos llamados siempre tú
bocas que siempre tú pronuncian
nombres de agua en el agua
de amor mi amor que en todo fluye
mi cuerpo es inocente
en cada juicio
lo condenan al amor
culpable de tu cuerpo
quémalo todo quémalo
todo quémalo
todo: los mensajes las fotos
los poemas las cartas: quémalo
todo
pero a mí no me podrás quemar
a mi recuerdo no lo podrás quemar
a mi presencia en ti no la podrás quemar
y (te) arderá
Julio Miranda.
Julio Miranda. Poeta, ensayista, narrador, crítico de literatura cubano. Nació en Cuba, en el año de 1945. Julio E. Miranda, cubano de nacimiento, de madre española y padre cubano. Recorrió el mundo, exiliado desde principios de los sesenta, viviendo en Francia y Venezuela, Estados Unidos y España, Italia e Inglaterra. Crítico literario, brillante antologizador, motor de varias publicaciones, ensayista. Se movió siempre con enorme facilidad en la poesía, el cuento, la novela, el ensayo literario y la crítica cinematográfica. Poeta, con una docena de libros. Julio Miranda escribió de todo y todos, es decir, de muchos otros escritores, con una lucidez y una creativa punzante o asombrosa. Entre sus obras están: Antología del cuento cubano (1963), Nueva literatura cubana (1971), Proceso a la narrativa venezolana (1975), Maquillando el cadáver de la revolución (1977), Parapoemas (1978), El poeta invisible (1981), Vida del otro (1982, Premio Conac de Poesía 1983), Anotaciones de otoño (1987), Rock urbano (1989) Casa de Cuba (1990), Así cualquiera puede ser poeta (1991), El cine que nos ve (1991), Sobrevivientes (1992), y Palabras sobre imágenes. 30 años del cine venezolano (1994), además de traducciones de textos de Henri Michaux y Cesare Pavesse y los libros El guardián del museo, libro que recibió el premio de la I Bienal de Literatura Mariano Picón Salas y Ciudad con nombre de mujer (1997). Murió en Venezuela, en el año de 1998.
👏👏👏👏
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Todas muy buenas. Pero me quedo con esta:
ya sabes: envejeces hazlo con gracia y con serenidad
(no es todo lo que sabes y ni siquiera esto lo sabes aún del todo)
que el viejo no te oculte al niño siempre vivo
(van el uno hacia el otro y al encontrarse morirás)
ya sabes: morirás trata de hacerlo con serenidad
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Palabras muy ciertas en ese poema.
¡Saludos!
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