Autores brasileños · Poesía

Poemas de João Cabral de Melo Neto

Poemas joao cabral de melo neto

 

del libro El ingeniero (1945).

LA MESA

El diario doblado
sobre la mesa simple;
el mantel limpio
la loza blanca

y fresca como el pan.

La naranja verde:
tu paisaje siempre,
tu aire libre, sol
de tus playas; clara

y fresca como el pan.

El cuchillo que afiló
tu lápiz gastado;
tu primer libro
de cubierta blanca

y fresca como el pan.

Y el verso nacido
de tu mañana viva,
de tu sueño extinto,
todavía leve, caliente

y fresco como el pan.

Traducción: Márgara Russotto.


 

La mujer sentada
Mujer. Mujer y palomas.
Mujer entre sueños.
¿Nubes en sus ojos?
Nubes sobre sus cabellos.

(La visita espera en la sala;
la noticia, en el teléfono;
la muerte crece en la hora;
la primavera, más allá de la ventana).

Mujer sentada. Tranquila
en la sala, como si volara.

Traducción: Márgara Russotto.


 

del libro La educación por la piedra (1966).

TEJIENDO LA MAÑANA

Un gallo solo no teje una mañana:
siempre necesitará de otros gallos.
De uno que reciba ese grito
y lo lance a otro; de otro gallo
que reciba el grito del anterior
y lo lance a otro; y de otros gallos
que con muchos otros crucen
los hilos de sol de sus gritos,
para que la mañana, desde una tela tenue,
se vaya tejiendo entre todos los gallos.

Traducción: Ángel Crespo.


 

del libro Museo de todo (1975).

LA LECCIÓN DE PINTURA

Ningún cuadro se termina,
dice cierto pintor;
se puede sin fin continuarlo,
primero, además de otro cuadro

que, creado a partir de tal forma,
tiene en la tela, oculta,
una puerta, que da a un corredor
que da a otra, a muchas otras.

Traducción: Francisco Serrano.


 

LA LECCIÓN DE POESÍA

  1. Toda la mañana consumida
    como un sol inmóvil
    ante la hoja en blanco:
    principio del mundo, luna nueva.Ya no podías dibujar
    siquiera una línea:
    un nombre, ni siquiera una flor
    se desabotonaba en el verano de la mesa:
    ni en el mediodía iluminado,
    cada día comprado,
    del papel, que puede aceptar,
    no obstante, cualquier mundo.
  2. La noche entera el poeta
    en su mesa, intentando
    salvar de la muerte los monstruos
    germinados de su tintero.Monstruos, animales, fantasmas
    de palabras, circulando,
    orinando sobre el papel,
    ensuciándolo con su carbón.

    Carbón de lápiz, carbón
    de la idea fija, carbón
    de la emoción extinta, carbón
    consumido en los sueños.

  3. La lucha blanca sobre el papel
    que el poeta evita,
    lucha blanca donde corre la sangre
    de sus venas de agua salada.La física del miedo percibida
    entre los gestos diarios;
    miedo de las cosas jamás asentadas
    no obstante inmóviles – naturalezas vivas.

    Y las veinte palabras recogidas
    en las aguas saladas del poeta
    y de las que se servirá el poeta
    en su máquina útil.

    Veinte palabras siempre las mismas
    de las que conoce el funcionamiento,
    la evaporación, densidad
    más leve que el aire.


 

EL INGENIERO

La luz, el sol, el aire libre
envuelven el sueño del ingeniero.
El ingeniero sueña cosas claras:
superficies, tenis, un vaso de agua.

El lápiz, la escuadra, el papel;
el dibujo, el proyecto, el número:
el ingeniero piensa el mundo justo,
mundo que ningún velo encubre.

(En ciertas tardes nosotros subíamos
al edificio. La ciudad cotidiana,
como un diario que todos leían,
lograba un pulmón de cemento y vidrio).

El agua, el viento, la claridad,
a un lado el río, en lo alto las nubes,
situaban en la naturaleza el edificio
creciendo de sus fuerzas simples.


 

poemas joao cabral de melo neto
João Cabral de Melo Neto.

 

EL PERRO SIN PLUMAS
(1949- 1950)

A Joaquín Cardozo
poeta del Capibaribe

I            (Paisaje del Capibaribe)

  • La ciudad es cruzada por el río
    como una calle
    es cruzada por un cachorro;
    una fruta
    por una espada.
  • El río ya recordaba
    la lengua mansa de un perro,
    ya el vientre triste de un perro,
    ya el otro río
    de acuoso paño sucio
    de los ojos de un perro.
  • Aquel río
    era como un perro sin plumas.
    Nada sabía de lluvia azul,
    de la fuente rosada,
    del agua del vaso de agua,
    del agua de cántaro,
    de los peces de agua,
    de la brisa en el agua.
  • Sabía de los cangrejos
    de lodo y herrumbre.
    Sabía del lodo
    como de una mucosa.
    Debía saber de los pulpos.
    Sabía seguramente
    de la mujer febril que habita las ostras.
  • Aquell río
    jamás se abre a los peces,
    al brillo,
    a la inquietud de cuchillo
    que hay en los peces.
    Jamás se abre en peces.
  • Abrese en flores
    pobres y negras
    como negros.
    Abrese en una flora
    sucia y más mendiga
    como son los mendigos negros.
    Abrese en mangles
    de hojas duras y crespas
    como un negro.
  • Liso como el vientre
    de una perra fecunda,
    el río crece
    sin nunca, estallar.
    Tiene, el río,
    un parto fluido e invertebrado
    como el de una perra.
  • Y jamás lo vi hervir
    (como hierve
    el pan que fermenta).
    En silencio,
    el río carga su fecundidad pobre,
    grávido de tierra negra.
  • En silencio se da:
    en capas de tierra negra,
    en botines o guantes de tierra negra
    para el pie o la mano
    que se zambulle.
  • Como a veces
    pasa con los perros,
    el río parecía estancarse.
    Sus aguas fluían entonces
    más densas y tibias;
    fluían con las olas
    densas y tibias
    de una culebra.
  • Él tenía algo, entonces,
    del estancamiento de un loco.
    Algo del estancamiento
    del hospital, de la cárcel, de los asilos,
    de la vida sucia y sofocada
    (de ropa sucia y sofocada)
    por donde se vino arrastrando.
  • Algo del estancamiento
    de los palacios cariados,
    comidos
    de moho y muérdago.
    Algo del estancamiento
    de los árboles obesos
    salpicando los mil azúcares
    de los comedores pernambucanos,
    por donde se vino arrastrando.
  • (Es en ellos,
    pero de espaldas al río,
    que «las grandes familias espirituales» de la ciudad
    incuban los huevos gordos
    de su prosa.
    En la paz redonda de las cocinas,
    hélas allí revolviendo viciosamente
    sus calderas
    de pereza viscosa).
  • ¿Sería el agua de aquel río
    fruta de algún árbol?
    ¿Por qué parecía aquella
    un agua madura?
    ¿Por qué sobre ella, siempre
    como a punto de posarse las moscas?
  • Aquél río
    ¿saltó alegre en alguna parte?
    ¿Fue canción o fuente
    en alguna parte?
    ¿Por qué entonces sus ojos
    venían pintados de azul
    en los mapas?

II              (Paisaje del Capibaribe)

  • Entre el paisaje
    el río fluía
    como una espada de líquido espeso.
    Como un perro
    humilde y espeso.
  • Entre el paisaje
    (fluía)
    de hombres plantados en el lodo,
    de casas de lodo
    plantadas en islas
    coaguladas en el lodo;
    paisaje de anfibios
    de lodo y lodo.
  • Como el río
    aquellos hombres
    son como perros sin plumas
    (un perro sin plumas
    es más
    que un perro saqueado
    es más
    que un perro asesinado.
  • Un perro sin plumas
    es cuando un árbol sin voz.
    Es cuando de un pájaro
    sus raíces en el aire.
    Es cuando a alguna cosa
    le roe tan hondo
    hasta lo que no tiene).
  • El río sabía
    de aquellos hombres sin plumas.
    Sabía de sus barbas expuestas,
    de su doloroso cabello
    de camarón y estopa
  • Sabía también
    de los grandes galpones al borde de los muelles
    (donde todo
    es una inmensa puerta
    sin puertas)
    abiertos de par en par
    a los horizontes que huelen a gasolina.
  • Y sabía
    de la magra ciudad de corcho,
    donde hombres huesudos,
    donde puentes, solares huesudos,
    (van todos
    vestidos de dril)
    se secan
    hasta su más honda caliza.
  • Pero conocía mejor
    a los hombres sin plumas.
    Estos
    se secan
    aun más allá
    de su caliza extrema;
    aun más allá
    de su paja;
    más allá
    de la paja de su sombrero;
    más allá
    hasta
    de la camisa que no tienen;
    mucho más allá del nombre
    mismo escrito en la hoja
    del papel más seco.
  • Porque es en el agua del río
    que ellos se pierden
    (lentamente
    y sin diente).
    Allí se pierden
    (como una aguja no se pierde).
    Allí se pierden
    (como un reloj no se rompe).
  • Allí se pierden
    como un espejo no se quiebra.
    Allí se pierden
    como se pierde el agua derramada
    sin el diente seco
    con que de repente
    en un hombre se rompe
    el hilo de hombre.
  • En el agua del río,
    lentamente,
    se van perdiendo
    en lodo; en un lodo
    que poco a poco
    también no puede hablar:
    que poco a poco
    gana los gestos difuntos
    del lodo;
    la sangre de goma,
    el ojo paralítico
    del lodo.
  • En el paisaje del río
    difícil es saber
    dónde comienza el río;
    dónde el lodo
    comienza del río;
    dónde la tierra
    comienza del lodo;
    dónde el hombre,
    dónde la piel
    comienza del lodo;
    dónde comienza el hombre
    en aquel hombre.
  • Difícil es saber
    si aquel hombre
    ya no está
    más acá del hombre;
    más acá del hombre
    al menos capaz de roer
    los huesos del oficio;
    capaz de sangrar
    en la plaza;
    capaz de gritar
    si la molienda le mastica el brazo;
    capaz
    de tener la vida masticada
    y apenas no
    (disuelta en aquella agua suave
    que ablanda sus huesos
    como ablandó las piedras).

III           (Fábula del Capibaribe)

  • La ciudad es fecundada
    por aquella espada
    que se derrama,
    por aquella
    húmeda encía de espada.
  • En el extremo del río
    el mar se extendía
    como camisa o sábana
    sobre sus esqueletos
    de arena lavada.
  • (Como el río era un cachorro,
    el mar podía ser una bandera
    azul y blanca
    desdoblada
    en el extremo del curso
    —o del mástil— del río.
  • Una bandera
    con sus dientes y su jabón
    royendo sus playas.
  • Una bandera
    que tuviese dientes:
    como un poeta puro
    puliendo esqueletos,
    que tuviese dientes:
    que el mar está siempre
    como un roedor puro,
    un policía puro
    elaborando esqueletos,
    el mar
    con afán,
    está siempre otra vez lavando
    su puro esqueleto de arena.
  • El mar y su incienso,
    el mar y sus ácidos,
    el mar y la boca de sus ácidos,
    el mar y su estómago
    que come y se come,
    el mar y su carne
    vidriada, de estatua,
    como un cachorro
    teme una puerta entretanto abierta,
    su silencio alcanzando
    a costa de siempre decir
    la misma cosa,
    el mar y su tan puro
    profesor de geometría).
  • El río teme aquel mar
    como un mendigo,
    la iglesia aparentemente abierta.
  • Primero,
    el mar devuelve el río.
    Cierra el mar al río
    sus blancas sábanas.
    El mar se cierra
    a todo lo que en el río
    son flores de tierra,
    imagen de perro o mendigo.
  • Después,
    el mar invade el río.
    Quiere
    el mar
    destruir en el río
    sus flores de tierra hinchada,
    todo lo que en esa tierra
    puede crecer y estallar,
    como una isla,
    una fruta.
  • Pero antes de ir al mar
    el río se detiene
    en mangles de agua inmóvil.
    Júntase el río
    a otros ríos
    en una laguna, en pantanos
    donde, fría, la vida hierve.
  • Júntase el río
    a otros ríos.
    Juntos
    todos los ríos
    preparan su lucha
    de agua inmóvil,
    su lucha
    de fruta inmóvil.
  • (Como el río era un cachorro,
    como el mar era una bandera
    aquellos mangles
    son una enorme fruta:
  • La misma máquina
    paciente y útil
    de una fruta;
    la misma fuerza
    invencible y anónima
    de una fruta
    —trabajando aún su azúcar
    después de cortada— .
  • Como gota a gota
    hasta el azúcar
    gota a gota
    hasta las coronas de tierra;
    como gota a gota
    hasta una nueva planta,
    gota a gota
    hasta las islas súbitas
    aflorando alegres).

IV          (Discurso del Capibaribe

  • Aquel río
    está en la memoria
    como un perro vivo
    dentro de una sala.
    Como un perro vivo
    dentro de un bolsillo.
    Como un perro vivo
    debajo de las sábanas,
    debajo de la camisa,
    de la piel.
  • Un perro, porque vive,
    es agudo.
    Lo que vive
    no entorpece.
    Lo que vive hiere.
    El hombre
    porque vive,
    choca con lo que vive.
    Vivir
    es ir entre lo que vive
  • Lo que vive
    molesta de vida
    el silencio, el sueño, el cuerpo
    que soñó cortarse
    ropas de nubes.
    Lo que vive choca,
    tiene dientes, aristas, es espeso.
    Lo que vive es espeso
    como un perro, un hombre,
    como aquel río.
  • Como todo lo real
    es espeso.
    Aquel río
    es espeso y real.
    Como una manzana
    es espesa.
    Como un cachorro
    es más espeso que una manzana.
    Como es más espesa
    la sangre del cachorro
    que el propio cachorro.
    Como es más espeso
    un hombre
    que la sangre de un cachorro.
    Como es mucho más espesa
    la sangre de un hombre
    que el sueño de un hombre.
  • Espeso
    como una manzana es espesa.
    Como una manzana
    es mucho más espesa
    si un hombre la come
    que si un hombre la ve.
    Como es aún más espesa
    si el hambre la come.
    Como es aún mucho más espesa
    si no la puede comer
    el hambre que la ve.
  • Aquel río
    es espeso
    como lo real más espeso.
    Espeso
    por su paisaje espeso,
    donde el hambre
    extienda sus batallones de secretas
    e íntimas hormigas.
  • Y espeso
    por su fábula espesa;
    por el fluir
    de sus jaleas de tierra;
    al parir
    sus islas negras de tierra.
  • Porque es mucho más espesa
    la vida que se desdobla
    en más vida,
    como una fruta
    es más espesa
    que su flor;
    como el árbol
    es más espeso
    que su simiente,
    como la flor
    es más espesa que su árbol,
    etc., etc.
  • Espeso,
    porque es más espesa
    la vida que se lucha
    cada día,
    el día que se alcanza
    cada día
    (como un ave
    que va cada segundo
    conquistando su vuelo).

João Cabral de Melo Neto.
Poemas del libro Antología poética (FUNDARTE- 1979).
Traducción: Márgara Russotto.


João_Cabralde melo neto
João Cabral de Melo Neto.

João Cabral de Melo Neto. Poeta y diplomático brasileño. 9 de enero de 1920, Recife, Pernambuco (Brasil). Hermano del historiador Evaldo Cabral de Melo y primo del poeta Manuel Bandeira y el sociólogo Gilberto Freyre. Miembro de la Academia de las Artes Pernambuco y elegido unánimemente como miembro de la Academia Brasileña de Letras, fue galardonado con varios premios literarios. Se dedicó a la carrera diplomática, representando de este modo a su país, en varias naciones, viajando por todo el mundo gracias a estas obligaciones diplomáticas. De los innumerables países que conoció, desarrolló un especial afecto por España, fuente de inspiración para muchos de sus versos y tierra donde hizo grandes amigos. Especialmente proteico fue su primer destino profesional en Barcelona, donde se relacionó estrechamente como el pintor Joan Miró y el poeta Joan Brossa y animó el incipiente grupo «Dau al Set».

El ser diplomático, no le impidió, sin embargo, elaborar una de las obras poéticas más rigurosas y penetrantes de su país y, en consecuencia, de nuestra América. Considerado como uno de los más importantes poetas brasileños de su siglo. Obra poética:

  • Pedra do Sono (1942)
  • Os Três Mal-Amados (1943)
  • O Engenheiro (1945)
  • Psicologia da Composição com a Fábula de Anfion e Antiode (1947)
  • O Cão Sem Plumas (1950)
  • O Rio ou Relação da Viagem que Faz o Capibaribe de Sua Nascente à Cidade do Recife (1954)
  • Duas Águas (1956)
  • Dois Parlamentos (1960)
  • Quaderna (1960)
  • Tercera Feira (1961)
  • A Educação pela Pedra (1966)
  • Museu de Tudo (1975)
  • A Escola das Facas (1980)
  • Auto do Frade (1984)
  • Agrestes (1985)
  • Crime na Calle Relator (1987)
  • Primeiros Poemas (1990)
  • Sevilha Andando (1990)

Conocida por el rigor estético de sus versos —contrarios a confesionalismos y marcados por el uso de rimas consonantes— la obra poética de João Cabral ha sido justamente reconocida por prémios como el Premio Camões (el más importante de la literatura en portugués) en 1990, Neustadt International Prize for Literature en 1992 y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 1994.

Cabral no es un poeta fácil. Entendemos que es un gran poeta y, en este caso, un ejemplo de asunción de los valores populares, pero trasvasados en una forma orgánica, acabada, sin la menor concesión al populismo.

Cuando murió (Río de Janeiro, 9 de octubre 1999), se especuló con que era un fuerte candidato para el Premio Nobel de Literatura.

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